
El técnico turcomano Kurban Berdiyev revolucionó el fútbol ruso a finales de la primera década del siglo con un ultradefensivo Rubin Kazan que interpretaba a la perfección ese llamado 'fútbol piedra' y que no cometía ningún error, siempre con el central malagueño César Navas como jefe de la zaga.
El cuadro tártaro venía de ser décimo en 2007 (temporadas anuales) y en 2008 alzó su primera Premier Liga, a la que añadió el subcampeonato copero (ganó el CSKA Moscú con un gol de Aldonin en el descuento). El Rubin revalidó el título en 2009 y ganó la Copa en 2011 por 1-0 al Dinamo Moscú en la final con un gol del rusofinlandés Roman Eremenko.
Las claves de aquella máquina anodina y tan difícil de superar que dirigía un Berdiyev asido siempre al 'tasbih' (especie de rosario en la fe musulmana) eran sencillas: sobriedad atrás sin problemas para lanzar balonazos, optimización de las posesiones y jugadores ideales en cada posición que tenían muy interiorizado su cometido.

Kurban Berdiyev, la seriedad por bandera / EFE
Además de Navas, destacaban el 'cerebro' ecuatoriano Christian Noboa, el centrocampista turco Gökdeniz Karadeniz, el lateral ambidiestro argentino Chrstian Ansaldi, el central ruso Roman Sharonov, el medio ofensivo Sergey Semak (actual técnico del Zenit), los extremos rusos Aleksandr Ryazantsev y Alan Kasaev y el argentino exvalencianista y exrayista Alejandro 'Chori' Domínguez.
La otra pieza clave era Sergey Rizhikov, un meta al borde de la treintena a quien le negó la selección Igor Akinfeev (aún referente del CSKA con 41 años y 'verdugo' de España en los penaltis en octavos en el Mundial de Rusia'18). El caso es que en el verano de 2009 el Rubin debutó en la Champions en el mismo grupo que el Barça de Pep Guardiola.
"Antes del partido del Camp Nou, Rizhikov me dijo... 'imagino que me van a caer siete'. ¿Sabes? Todo empezó antes. Estábamos viendo el sorteo. Todos decían, 'que no toque el Barcelona'; Berdiyev repetía, 'por favor, que nos toque el Barcelona'. Alguien le dijo, 'Kurban, ¿estás loco?' 'No, yo quiero comprobar personalmente en qué son tan buenos y tan fuertes. Quiero que nos midamos contra ellos'", explica el entonces asistente Vitali Kafanov a 'Championat.ru'.

César Navas celebra la victoria con dos compañeros / EFE
"El partido era el 20 de octubre (de 2009). Íbamos primeros en la Liga con un punto de ventaja a seis jornadas del final y cuatro días antes jugábamos contra el desaparecido Khimki (2-1 con goles de Gökdeniz y Kasaev) y acabamos ganando la segunda liga seguida. Él nos dijo, 'hasta el domingo no quiero nada de Barcelona. El Barcelona no existe", recuerda el exmeta y actual entrenador de porteros de la selección rusa.
"Al día siguiente nos reunió y empezó a mentalizarnos. 'Tenemos tres días y debéis entender lo que nos espera. Estaremos defendiendo el partido entero. Cuando recuperemos el balón, nos lo quitarán a los cinco segundos y tendremos que volver a defender. Tenéis que estar preparados para correr 90 minutos detrás del balón'. Preparamos choques, cruces, intercepciones y trabajamos mucho", explica el turcomano de nacimiento.
"Por la noche nos sentamos y nos puso el vídeo del 5-0 al Madrid. ¡Qué manera de jugar al fútbol! Nos insistió en cada detalle y repitió muchas veces algunas jugadas. Él estaba convencido de que podíamos conseguirlo y convenció a cada jugador. Preparó un plan especial para frenar a Messi y dio resultados. El técnico era la clave del equipo, no hay más", recalca Kafanov.

El Rubin 'congeló' al Barça en Kazán / EFE
Llegó la gran noche en el Camp Nou y a los dos minutos Ryazantsev marcó un golazo desde fuera del área y así acabó la primera parte con un continuo asedio azulgrana ante casi 56.000 espectadores. "'Estoy muy cansado, esta gente hace volar el balón y no sé si voy a poder mantener la concentración en la segunda parte', me dijo Rizhikov en el descanso", explica Kafonov.
Ibrahimovic empató en el 48' y Gökdeniz anotó el 1-2 definitivo en el 73'. El Rubin había ganado en el Camo Nou y en su vestuario reinaba el silencia más absoluto. "Apenas hubo celebración de nada. Estábamos todos agotados, los jugadores, el cuerpo técnico y los suplentes. Lo dimos todo. Tanto, que acabamos vacíos y sin emociones. Mira, en el 75' pensábamos todos, venga a ver si nos meten solo uno, pero no lo hicieron y ganamos", concluye el exmeta para 'Championat.ru'. El Barça de Guardiola tampoco ganó en Kazán en un partido a varios grados bajo cero (0-0).